miércoles, 3 de julio de 2013

Suéñalo. Hazlo. Está hecho.


Suéñalo. Hazlo. Está hecho.

Hoy he leído una cita con estas tres palabras y, de repente, me han parecido tres palabras hermosas. Si hacemos caso a nuestro corazón y lo escuchamos, sabremos siempre qué decisión tomar. Podremos habernos equivocado, pero al menos nos quedará la satisfacción de que hemos vivido de acorde a nuestros sueños, esto es, fieles a nosotros mismos.

Basta pensar en cuando éramos niños, ¿Cómo tomábamos entonces las decisiones? Pues lo hacíamos escuchándonos, así de sencillo. Las normas y los prejuicios aún no se habían apoderado de nuestras mentes infantiles y, con muy poco, sabíamos conducirnos fácilmente para ser felices.

Con el paso de los años, esa inocencia se va perdiendo y cada vez nos vamos haciendo menos instintivos. No confiar en nuestros instintos es, también y de algún modo, dejar de creer un poco en nosotros mismos. Cuando tenemos que tomar una decisión, ya no lo hacemos sólo escuchando a nuestro corazón, sino que lo hacemos guiados por muchísimos otros factores exógenos-  externos a nosotros-  que hacen que la felicidad, tan sencilla como resulta,  se antoje complicada en algunas ocasiones para las mentes adultas.

Cuando nos encontremos perdidos e indecisos debemos recordar la importancia de nuestros instintos. Yo me considero una persona instintiva, siempre lo he sido. Mis intuiciones me  guían en mis actos y en mis comportamientos.  Intento escuchar a mi esencia y  actuar en coherencia a lo que me dicta.  

Esto no siempre resulta posible o sencillo, ya que como humanos adultos, somos expertos en complicarnos la vida y hacer tremendamente difícil lo, muchas veces,  sencillo.  Sin embargo, de sobra  he comprobado  que cuando actuamos a contracorriente del corazón, no importa cuánto lo intentemos, nuestra felicidad se escapa.  

La constante búsqueda de la felicidad distrae a las personas durante gran parte  sus vidas, y creo, sinceramente,  que ser felices recae precisamente en escucharnos, conocernos, saber quiénes somos y actuar en consonancia. Quizás parezca complicado, pero no lo es para nada. Nacemos con la capacidad de hacerlo y es el tiempo el que ensordece las palabras que nos dicta el corazón. No lo permitamos y, como decía Frank Sinatra, vivamos y hagámoslo My Way.

domingo, 28 de abril de 2013

Somniare Aude


Somniare aude, atrévete a soñar.

Hoy escribo por una apología de  los sueños. Defiendo a los soñadores y soñadoras de este mundo porque gracias a ellos los cambios son posibles.

Quien me conoce, sabe que me gusta rodearme en mi vida de personas soñadoras, que se ilusionan y fantasean fácilmente. ¡Nadie sabe hacer esto mejor que los niños! Cuando estoy en el aula con ellos aprovecho muchos momentos para que sueñen y soñemos juntos. Creo firmemente que soñar, imaginar y fantasear desarrolla la inteligencia de las personas que lo hacen.

La historia de lo que somos, sólo me hace reafirmarme en esta idea. Son muchas las personas soñadoras que por seguir sus sueños cambiaron el mundo. ¡Gracias Nelson Mandela por soñar que algún día, en Sudáfrica, todas las personas vivirían en igualdad!. ¡Gracias Ghandi por creer en que la PAZ mundial es posible! éste es aún  hoy un sueño compartido por muchos soñadores que no cesan en su intento de convertir ese sueño en una realidad.

Los sueños pueden ser a largo o a corto plazo, pueden implicar a un colectivo o ser individuales. Lo que no cabe duda es que todos tenemos derecho a perseguir aquello que nos hace ilusionarnos y fantasear. ¡Qué sería de la vida sin los sueños!

La Vida es Sueño no es sólamente el título de un poema de Calderón de la barca, sino una filosofía de vida que nos recuerda que el hombre que vive sueña y que por ende es libre. Aquí unos versos del poema y…. aseguir soñando.

¿Qué es la vida? Un Frenesí,

¿Qué es la vida? Una ilusión,

Una sombra, una ficción,

Y el mayor bien es pequeño,

Que toda la vida es sueño,

Y los sueños, sueños son.

jueves, 25 de abril de 2013

Hic et Nunc






Hic et Nunc, Carpe Diem, Tempus Fugit... siempre me han gustado estas expresiones latinas. Me gustan por lo que dicen y por cómo lo dice, suenan bien, suenan fuerte. Te paran.

 

Sí, te hacen pararte y pensar. Dos verbos que se antojan difíciles en el mundo en el que vivimos, ahogados por las prisas y por la impaciencia de lo inmediato, pocas personas pueden permitirse el lujo de pararse y pensar. Me pregunto si es eso de lo que se trata, si por algún motivo interesa que no nos paremos ni (nos) pensemos.

 

Yo misma llevo ese ritmo de vida, frenético, en el que cada movimiento está calculado y cada minuto se evapora en segundos fugitivos. A veces, necesitamos una llamada de atención, un estímulo externo que nos diga: "hasta aquí, para, piensa".

 

Precisamente, ha sido un aviso del destino el que me ha hecho parar y pensar, pensar en estas palabras que dan comienzo a mi entrada: hic et nunc.

 

Aquí y ahora pienso en el Carpe Diem y en el Tempus Fugit....disfruta el presente, el tiempo vuela - que nos dirían los latinos. Disfrutar el presente es también pensarlo y pararse, que el tiempo vuele no nos puede confundir. Todos tenemos derecho a saborear nuestro tiempo y a hacerlo cómo queramos.

 

Deberíamos evitar que sean otros los que decidan cómo se escapan esos segundos. Los otros pueden estar disfrazados de: trabajo, estudios, obligaciones familiares, compromisos sociales... ninguna de estas cosas debe distraernos de lo principal: hic et nunc.

 

Aquí y ahora estamos sólo una vez, el aquí y ahora es tan efímero como el propio momento. Se nos escapa sin que podamos hacer nada para evitarlo. Nosotros tenemos, sin embargo, el poder de hacer de ese momento el que nosotros queramos, porque nosotros y nadie más somos dueños de nuestro tiempo. Yo soy el capitán de mi alma y el dueño de mi destino (Mandela dixit)

 

Si sabemos que el tiempo vuela, hagamos de él que cuente: sonriamos, lloremos, compartamos, querámonos, viajemos, soñemos, PENSEMOS…